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XIII
Tu pupila es azul, y, cuando ríes,
Su claridad suave me recuerda
El trémulo fulgor de la mañana
Que en el mar se refleja.
Tu pupila es azul, y, cuando lloras,
Las transparentes lágrimas en ella
Se me figuran gotas de rocío
Sobre una violeta
Tu pupila es azul, y, si en su fondo
Como un punto de luz radia una idea,
Me parece en el cielo de la tarde
¡una perdida estrella!
LXXIX
AMOR ETERNO
Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse enn un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamáz podrá en mí apagarse
La llama de tu amor.
(Gustavo Adolfo Becquer)
El Mundo
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fuiguitos.
-el mundo es eso-reveló-. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman, pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
(Primer texto de El Libro de los Abrazos de Eduardo Galeano)
Tu pupila es azul, y, cuando ríes,
Su claridad suave me recuerda
El trémulo fulgor de la mañana
Que en el mar se refleja.
Tu pupila es azul, y, cuando lloras,
Las transparentes lágrimas en ella
Se me figuran gotas de rocío
Sobre una violeta
Tu pupila es azul, y, si en su fondo
Como un punto de luz radia una idea,
Me parece en el cielo de la tarde
¡una perdida estrella!
LXXIX
AMOR ETERNO
Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse enn un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamáz podrá en mí apagarse
La llama de tu amor.
(Gustavo Adolfo Becquer)
El Mundo
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fuiguitos.
-el mundo es eso-reveló-. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman, pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
(Primer texto de El Libro de los Abrazos de Eduardo Galeano)
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